miércoles, 10 de octubre de 2007

Locos veleta…

De vez en cuando los periodistas, toman tranquilos un café y pasan de un juicio terminante, tirando bombas, a otro, exagerando el amor por un plantel o un jugador. Así como pasa con los Niembro o los Recondo en la tele, se da en los medios gráficos. He aquí dos ejemplos, ambos del único diario deportivo del país. Esto no comienza ni termina aquí, pero marca lo chato de un periodismo deportivo muy informado y poco formado.
Empecemos por Leonardo Farinella –jefe de redacción de este medio-, que tras la derrota de River ante Tigre, sostuvo esto: “No me gustan los equipos maricones, que se la pasan llorando al árbitro y no se la bancan. Una de las misiones de los delanteros es aguantar la pelota. Los de Tigre lo demostraron. Los de River –ese día, Falcao y Ruben-parecían nenas que se hacen encima con sólo presentir la sombra de los tapones de los botines de los defensores. Se caían antes de que los tocaran!”. Luego, a Falcao lo toma, tras Botafogo, Central y Boca, lo pone como un estandarte de la actitud en las grandes “epopeyas” millonarias. Ni hablar de las idas y venidas con Passarella y la excesiva protección para con José María Aguilar.
Como una muestra más de su equilibrio, cuestionó la altura y la titularidad de Ojeda, antes del arranque del torneo; en su “blog” sentenció a Juan Pablo Carrizo tras su ida y posterior regreso de Lazio. Recién ahí afirmó que “el arquero de River es Ojeda” y armó una encuesta para saber quién debe ser el dueño del arco “más grande del mundo”, que ganó el ex Central con casi el 65% de los votos. De una opinión a otra, apenas pasaron 30 días.
El otro es el de Carlos Carpanetto, tan antiguo como el responsable de la edición. En la misma sección, pero refiriéndose a Banfield se dio con él un caso de contradicción bastante fuerte. Comenzando con cierto optimismo, bancó al plantel albiverde inclusive tras la derrota con Lanús (diciendo “Tranqui: vamos bien” y argumentando a favor de la filosofía futbolística cercana a Bielsa que busca introducir el DT del Taladro, Juan Manuel Llop en las primeras intervenciones). Luego de un par de victorias, Banfield cae dos veces seguidas. La segunda, ante Boca por 6 a 0. Ese lunes se despachó de una manera bastante terminante. Imagínense: el título era “Un ciclo que debe terminar”.
La siguiente cita grafica esta contradicción: “Para jugar al fútbol tenés que tener actitud. ¿Quedó clarito? ¡Actitud! Y Banfield la perdió, algo que es mucho más grave que no haberla tenido nunca. Este equipo se parece, en casi todos los aspectos, al Godoy Cruz que le entregó mansito la categoría a Huracán. Es evidente, por lo que se ve y por lo que se escucha (como, por ejemplo, las declaraciones de Daniel Quinteros luego del partido frente a Argentinos), que la fractura del plantel y la falta de liderazgo de Juan Manuel Llop es notable. Aunque duela, el ciclo del Chocho en Banfield se debe terminar ya.” Pero ojo.
15 días después, Independiente, puntero y de buen andar, visitó el Florencio Sola. Allí Banfield lo superó claramente y la columna que comenzó con un “Banfield da ganas”, dejó alguna de estas sentencias: “Fue aplastante, un 2-0 cortísimo contra un puntero (y contra la sal de las lesiones) que, como sucede hace cuatro años, se queda chiquito en sus visitas al Sola. Fue un triunfo conseguido a partir de una superioridad física notable de punta a punta.” A eso se le sumaron elogios por todas las líneas.
A pesar de todo, la idea no es incinerar a ningún colega. Lo importante es tratar de que, se gane o se pierda, no se sentencie a nadie. En el fútbol las cosas cambian, hay revancha. No se puede pasar de canillita a campeón, y viceversa. Pero, ante todo, los periodistas no deben ser tan irregulares, cambiantes y ciclotímicos como el andar de los equipos que apoyan –River y Banfield, causalmente, son los dos que pasan con más frecuencia de un juego brillante a otro muy pálido. Así, siendo formadores de opinión, no vamos a ningún lado. En todos los medios falta autocrítica, criterio editorial y conciencia de lo masivos e influyentes que son. Por eso, hay que cuidar lo que se escribe. Por algo cada uno es esclavo de lo que dice…

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