
La dura caída ante Tigre, instaló nuevamente un frente de tormenta en el club de Núñez y Passarella aparece como el principal culpable y la ficha más sencilla de reemplazar ante un plantel caro y de jerarquía pero que, evidentemente, no le responde. Sólo Aguilar respalda a Daniel Alberto. Los dirigentes de segunda... línea claro, hace
tiempo le soltaron la mano. "Ya no es el Passarella de antes, el que hablaba y los demás acompañaban... Sus decisiones generan dudas, muchas dudas", afirmó uno de ellos.

El equipo muestra dos caras muy distintas. De local, puede avasallar a sus rivales con buen juego, lujos y contundencia. Cuando sale del Monumental, ofrece un fútbol deshilachado, tibio y hasta desganado. Se multiplican los errores, aumenta el individualismo y nunca se consolida como equipo. Eso explica la larga serie de derrotas jugando de visitante. Además, comenzó con el pie izquierdo en la Copa Sudamericana, un certamen sin trascendencia pero que podría servirle a Passarella para cimentar -a base de triunfos- su continuidad en el club.
Para colmo de males, el lunes Passarella tuvo una charla con tres jugadores (Ortega, Ponzio y Lussenhoff) quienes le pidieron explicaciones por los constantes cambios -ya sea de esquemas tácticos, puestos y hombres- y le cuestionaron el reemplazo de Ojeda por un Carrizo con poco fútbol y lejos de su mejor nivel.

Algunos dirigentes sostienen que, si River pierde con Botafogo este jueves, Aguilar echaría al Kaiser. Otros afirman que el superclásico sería el punto de quiebre para bien o para mal. Passarella prometió que, de no obtener triunfos, se iría y sin cobrar. ¿Se acordará de ello?
El pelícano lo sostiene contra viento y marea. Pero los dos cada vez están más solos.
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